La batalla entre opresores y oprimidos, por la eternidad del tiempo, siempre existirá.
¿Cuando vamos a dejar de pelear a la razón?
¿Cuando vamos a detener la eternidad, en un instante de amor por la igualdad en los que juegan a ser diferentes?
¿Donde dejamos las respuestas, a las preguntas que nunca existieron?
¿Cuando terminará el orgullo de ser uno mismo, por el orgullo colectivo de ser todos el Dios de los vencidos?
¿Cuando llegará el momento de dejar de ser los ganadores que compiten en la oscuridad?
Y empezar a ser los ganadores de los que luchan por la paz, en la luminosidad de la verdad.
Que transforma todo, cuando solamente se toma la decisión, de amar, sin condición alguna.
Hasta el ojo que todo ve, tiembla, al no comprender que no hayan cambios que modifiquen el rumbo del único futuro.
Como un tren que conoce su destino, trágico y desolado, sin poder frenarse antes de que llegue a su penante final.
¿Donde esta el que lucha por nuestros motivos? Mientras lo dejamos en su soledad, que repare nuestros errores.
Que tristeza tener ese papel. Reconocer que su camino es el que yo elegí por el, y no estar a la par, para pelear a la violencia que furiosamente se impone en el vivir.
¿Cuantas soledades hay en el abismo? ¿Cuantas de ellas, nunca se animaron a hablar?
Quizá no sea el miedo de una u otra, sino el miedo de otros en uno.
¿Donde están? ¿A donde van? ¿Que camino están transitando?
¿Por que no las puedo mirar?
¿Es posible que la soledad, cargue con el orgullo de querer ser soledad?
¿Donde esta ella? Que me acompaña por la eternidad, en un espacio cortamente infinito.
Cuanta tristeza, cuanta agonía, seguir dando pasos en la magia de amar, y no reconocer las huellas en el camino. ¿Donde están? Si es que están. ¿Que necesitan? Viajando en la pena del recuerdo.
Todos queremos cambiar... todos queremos empezar a soñar... empezar a construir...
Pero la soledad muerde al silencio, y en ella, pocas cosas quedan por descubrir.
¿Donde está?... ¿Donde están?... ¿Donde estoy?... ya me fui...
¿Cuando vamos a dejar de pelear a la razón?
¿Cuando vamos a detener la eternidad, en un instante de amor por la igualdad en los que juegan a ser diferentes?
¿Donde dejamos las respuestas, a las preguntas que nunca existieron?
¿Cuando terminará el orgullo de ser uno mismo, por el orgullo colectivo de ser todos el Dios de los vencidos?
¿Cuando llegará el momento de dejar de ser los ganadores que compiten en la oscuridad?
Y empezar a ser los ganadores de los que luchan por la paz, en la luminosidad de la verdad.
Que transforma todo, cuando solamente se toma la decisión, de amar, sin condición alguna.
Hasta el ojo que todo ve, tiembla, al no comprender que no hayan cambios que modifiquen el rumbo del único futuro.
Como un tren que conoce su destino, trágico y desolado, sin poder frenarse antes de que llegue a su penante final.
¿Donde esta el que lucha por nuestros motivos? Mientras lo dejamos en su soledad, que repare nuestros errores.
Que tristeza tener ese papel. Reconocer que su camino es el que yo elegí por el, y no estar a la par, para pelear a la violencia que furiosamente se impone en el vivir.
¿Cuantas soledades hay en el abismo? ¿Cuantas de ellas, nunca se animaron a hablar?
Quizá no sea el miedo de una u otra, sino el miedo de otros en uno.
¿Donde están? ¿A donde van? ¿Que camino están transitando?
¿Por que no las puedo mirar?
¿Es posible que la soledad, cargue con el orgullo de querer ser soledad?
¿Donde esta ella? Que me acompaña por la eternidad, en un espacio cortamente infinito.
Cuanta tristeza, cuanta agonía, seguir dando pasos en la magia de amar, y no reconocer las huellas en el camino. ¿Donde están? Si es que están. ¿Que necesitan? Viajando en la pena del recuerdo.
Todos queremos cambiar... todos queremos empezar a soñar... empezar a construir...
Pero la soledad muerde al silencio, y en ella, pocas cosas quedan por descubrir.
¿Donde está?... ¿Donde están?... ¿Donde estoy?... ya me fui...
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