La batalla entre opresores y oprimidos, por la eternidad del tiempo, siempre existirá. ¿Cuando vamos a dejar de pelear a la razón? ¿Cuando vamos a detener la eternidad, en un instante de amor por la igualdad en los que juegan a ser diferentes? ¿Donde dejamos las respuestas, a las preguntas que nunca existieron? ¿Cuando terminará el orgullo de ser uno mismo, por el orgullo colectivo de ser todos el Dios de los vencidos? ¿Cuando llegará el momento de dejar de ser los ganadores que compiten en la oscuridad? Y empezar a ser los ganadores de los que luchan por la paz, en la luminosidad de la verdad. Que transforma todo, cuando solamente se toma la decisión, de amar, sin condición alguna. Hasta el ojo que todo ve, tiembla, al no comprender que no hayan cambios que modifiquen el rumbo del único futuro. Como un tren que conoce su destino, trágico y desolado, sin poder frenarse antes de que llegue a su penante final. ¿Donde esta el que lucha por nuestros motivos? Mientras lo dejamos...